7 abr 2011

Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. En vez de fingir, o estrellarme una copa de celos, le dio por reír. De pronto me vi como un perro de nadie ladrando a las puertas del cielo. Me dejó un neceser con agravios, a miel en los labios y escarcha en el pelo. Tenían razón mis amantes en eso de que antes el malo era yo; con una excepción: Esta vez yo quería quererla querer y ella no. Así que se fueMe dejó el corazón en los huesos, y yo de rodillas. Desde el taxi, y haciendo un exceso, me tiró dos besos... uno por mejilla. Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina, y por esas ventas del fino laina, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína. Volviéndome loco, derrochando la bolsa y la vida la fui, poco a poco, dando por perdida.

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